A la hora de poner en valor una vivienda de cierta antigüedad, partimos de la base de que al vivir en ella durante muchos años conocemos ya sus defectos de distribución y en que nos incomoda para nuestra vida actual. La cuestión es encontrar el punto de equilibrio para conseguir una buena solución y no disparar el precio de la reforma.
Optimiza la distribución.
Ajustar el número de dormitorios y baños conforme a lo que se demanda por parte de tu familia, con el paso de los años el numero de familiares y sus necesidades seguro que han cambiado, hijos que llegan o cuando se marchan a estudiar fuera, estos metros de más o de menos, dormitorios extra y baños es otra de las intervenciones clave para poner revitalizar una vivienda.
Actualmente en el mercado es cierto que los pisos más demandados son de tres dormitorios, pero esto no debe echarte atrás a la hora de reducir habitaciones si tus necesidades son otras, abrir tabiques para tener un vestidor contiguo y una habitación principal mas grande, un gimnasio en casa o un baño extra pueden ser más necesarios para ti que esa habitación. En esta misma línea, puedes mejorar la distribución eliminando tabiques innecesarios y pasillos interminables, lo que dará un aspecto de amplitud y luminosidad muy diferente. Resultando unas zonas comunes más amplias y confortables.
Eficiencia energética.
La eficiencia energética de las viviendas es un valor al alza como criterio a tener en cuenta tanto por los compradores futuros como para habitar en la vivienda, y que por tanto, tendrá cada vez un mayor peso en el valor de los inmuebles. En viviendas construidas antes de 1980, dotar de aislamiento térmico a los cerramientos repercute en un mayor confort de la vivienda, en su menor consumo eléctrico y previene la aparición de humedades.
Lavado de Cara.
Aunque el lavado de cara no influye tanto en el valor, tener una nueva imagen de nuestra casa hará que nos volvamos a enamorar de nuevo a ella. Sustituir los alicatados, colocar una solería más atractiva o pintar son intervenciones menores que transforman radicalmente la percepción de una vivienda y que no hace disparar el presupuesto.
La accesibilidad no es optativa.
Si tu vivienda está un cuarto piso de un edificio sin ascensor, llegará el momento en el que el ascensor realmente no sea una opción. Lógicamente, la instalación de un ascensor y de rampas es un asunto que depende de toda la comunidad, pero se trata de una inversión subvencionada por los nuevos planes de apoyo a la rehabilitación, y que supone una revitalización muy importante del edificio.
Por otra parte, se puede hacer la vivienda más cómoda para personas con movilidad reducida, eliminando obstáculos de paso, sustituyendo bañeras por platos de ducha y haciendo los huecos de paso más amplios.
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